viernes, 20 de mayo de 2016

Don't


Amar es como fumarte el último cigarro.
Sacas un papel, un papel nuevo, ansiosa, le pones la cantidad correspondiente, introduces la boquilla y lo lías.
Lo lías, bueno, te lía. Lames la parte superior del papel y la humedeces toda mientras aprietas la boquilla hacia adentro, que no se salga. Que no te salgas de mí. 
Entonces lo enciendes. Prendes el extremo lo notas lo hueles, ves como la punta se enrojece y quema. Empiezas a fumar, totalmente adicta. Las primeras caladas son tan placenteras, como tus primeros besos, Notas como el humo entra caliente y suave, notas como te relaja y ves la vida de otra forma mientras saboreas los primeros tiros, no recuerdas que es el último cigarro que hay que tomárselo con calma y disfrutarlo. Te planteas muchas cosas, la vida en general, junto a él. Hasta que empieza a consumirse, y las caladas ya te saben cada vez peor, hasta que empiezas a consumirte, por que se acaba el amor. 
Ves como poco a poco se va convirtiendo en ceniza, como poco a poco se apaga y el humo se escapa despacio a tu alrededor y lo intentas coger con las manos y huye entre tus dedos.
Entonces cuando ya te queda media calada, entiendes que ya no hay más que eso y te aferras a él y lo consumes hasta quemarte los labios. Hasta que te duele.
Sin querer darte cuenta de que poco a poco te está matando, y una vez se acaba.
Prometes dejarlo, prometes no fumar más prometes no enamorarte más,
Pero cuando ya no hay, lo buscas ansiosa, te desesperas, y harías lo posible por fumarte uno más, el último, esta vez sí el último. Al igual que te desesperas por sentirte rodeada por sus brazos otra vez, la última, sí. La última.
Porque el tabaco te mata y el amor también, los dos a largo plazo de forma lenta y devastadora, arrasan contigo como si fueras una burbuja en medio de un huracán. Sin tacto ni miramiento.
Y así, como todas las veces que he decidido dejar de fumar, como todas las veces que he decidido dejar de amar.

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